19/06/2021

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¡Vamos a la quirquinchada, como nuestros padres, los indios!

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24).
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María Celia enfrenta el primer quirquincho de su vida

Hay de varias clases, pichi, mulita, peludo, ciego y quirquincho propiamente dicho. Todos se preparan igual. Es una de las comidas tradicionales del pago, la única que no fue modificada desde el remoto tiempo de nuestros padres, los indios. Plato fino.

Luego de muerto, se le sacan las tripas por la panza y se les echa sal. Se pone al rescoldo con caparazón y todo y se aguaita que se cocine solito. Cuando hierva por adentro dejeló un rato. Luego calcule media hora y está el manjar listo.

Al despresarlo, el jefe de la casa entregará una pierna a cada comensal junto con las demás partecitas. Para el último se deja la raspa de la cáscara, que en el pago llaman `bolsillo´, delicia de grasa con algo de carne. Debe comerse con las manos para sentirse parte de la tradición. El gusto comienza en la yema de los dedos. Antes de los españoles, en las estepas santiagueñas, bañadas por dos generosos ríos que las inundaban durante el verano, los indios se alimentaban de este maná.

Al yantarlo, sentimos la sangre indígena corriéndonos por las venas, como para agarrar el arco y las flechas y salir de cacería hacia el lado de las Lomas Coloradas o Cachi Pampa que antes era, cerca de la parroquia San Roque.

Los hombres de la ciudad a veces inventan viajes de negocios; excusa para alejarse de los vaivenes propios del trabajo. Los parientes del campo, idearon salir a quirquinchar y es casi lo mismo: unos llevan portafolios y zapatos relucientes, los otros, alpargatas, escopeta y un buen par de perros. Cuando haya quirquinchada, lo invito, amigo. Una experiencia única.

Juan Manuel Aragón                   

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