09/01/2023

Sucesos

Policiales

¿Cómo viven los padres de los acusados por el asesinato de Báez Sosa?

Enterate en esta nota.

El juicio a los rugbiers acusados de asesinar a Fernando Báez Sosa está en boca de todo el pueblo argentino. Tal es así que tanto la gente como la prensa están atentos a lo que hacen los padres de los acusados.

En la jornada del jueves, Marcos Pertossi bajó de su vehículo y apuró su paso mientras estaba con el celular posado en la oreja y hacía lo posible por no ser captado por los periodistas. 

Entró al kiosco ubicado en la esquina la calle Belgrano al 100, a media cuadra de los tribunales de la ciudad de Dolores donde su hijo y sus siete cómplices son juzgados por el crimen de Fernando Báez Sosa. Allí, compró una gaseosa.

Aunque intentó camuflarse bajo la visera, las gafas de sol y el barbijo, al salir del comercio, varios periodistas y cámaras de televisión lo rodearon. El hombre decidió no frenar. 

Apoyó una mano sobre la otra y, con los codos a la altura de los hombros, fabricó una barrera e ingresó a los empujones al Palacio de los Tribunales. No tenía interés en responder preguntas.

En el interior de la sala de audiencias, Pertossi se quitó la gorra y los anteojos. Tomó asiento en el banco de madera, al lado de la ventana, y esperó la llegada de su hijo, Lucas. Lo vio entrar esposado y escoltado por un agente del servicio penitenciario. 

En ese instante intercambiaron una mirada. Después, y durante las casi siete horas de audiencia, solo le vio la nuca a través del cerco de trece penitenciarios que lo rodeaba en la sala.

Mientras los testigos declaraban, Pertossi padre se desarmó sobre sus piernas al escuchar algunos testimonios. El codo en la rodilla, la mano en la frente, la vista al piso. Detrás de él, Marcial Thomsen, el papá de Máximo, históricamente el más propenso a hablar con la prensa, a veces le copia el gesto: su hijo es, hasta ahora, uno de los más complicados por los testigos.

Otros padres llegaron también desde Zárate para presenciar el juicio, como Sergio Viollaz (papá de Ayrton) y de Marcelo “El Polaco” Comelli (padre de Enzo). Todos son casi testigos mudos en la sala. No expresan apoyos para sus hijos, casi no emiten sonido, apenas cuando conversan entre ellos en los pasillos, o con el abogado defensor Hugo Tomei

Saben que lo que puedan decir, si es oído, puede ser reproducido. Huyen de los medios y los periodistas: sienten que el periodismo condenó a sus hijos antes que la Justicia.

Los Thomsen no fueron los únicos que sintieron esa incomodidad en Dolores. El miércoles, durante la declaración de José María Ventura, el papá de Pablo (el remero falsamente acusado por los rugbiers que pasó detenido cuatro días en un calabozo) sacó a relucir una antigua discordia con Marcelo Comelli, frente al tribunal. 

Dijo que lo quiso “tomar de tonto” y sostuvo que el hombre le aseguró que “ninguno de estos pibes” lo había nombrado a Pablo como el presunto agresor.


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Sin contar la audiencia de este viernes 6, a los familiares de los rugbiers, les esperan ocho jornadas más de juicio. Para la del lunes 16 de enero y la del miércoles 18, fecha en que se cumplirán tres años del crimen de Báez Sosa, algunos de ellos fueron citados a declarar como testigos por parte de la defensa, a cargo del abogado Hugo Tomei.

Se trata de Rosalía Zárate, madre de Máximo Thomsen; María Paula Cinalli, mamá de Blas; Ana María Tartara, madre de Lucas Pertossi; Érika Edith Pizzatti, mamá de Ayrton Viollaz; Héctor Eduardo Benicelli, papá de Matías; y María Alejandra Guillén, madre de Enzo Comelli. La expectativa por escucharlos crece a medida que se acercan las fechas: hasta el momento jamás brindaron declaraciones, más allá de una frase pasajera a la prensa.




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