03/08/2023

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Oppenheimer y las bombas atómicas: el intrigante epílogo de la Segunda Guerra Mundial

El último filme de Christopher Nolan relata la vida del científico detrás de la bomba atómica y su vínculo con Hiroshima y Nagasaki.

La película Oppenheimer, dirigida por Christopher Nolan, se centra en la vida del brillante científico cuyas contribuciones más importantes ocurrieron en medio de una época de convulsiones históricas en un mundo ya tumultuoso. La recreación de estos eventos no solo impacta al espectador por lo que se muestra, sino también por lo que solo se insinúa.

Por ejemplo, se revela que la decisión de lanzar las bombas atómicas fue respaldada por el gobierno y la dirección del Proyecto Manhattan, encabezada por Oppenheimer, a pesar de que Hitler se había suicidado y Alemania se encontraba al margen del conflicto bélico. 

En la película, se muestra cómo voces del ámbito científico se opusieron al uso de la bomba e incluso presentaron una petición en contra de su utilización, pero la decisión de emplear este armamento destructor ya había sido tomada. Alea jacta est.

Sin embargo, surge la pregunta: si la bomba de Hiroshima fue lanzada el 6 de agosto de 1945 y Hitler se suicidó el 30 de abril del mismo año, con Mussolini ya derrotado y ejecutado, ¿por qué la guerra se prolongó tres meses más, reafirmando la decisión de lanzar la bomba entre los indecisos?

Para el 30 de abril de 1945, Hitler ya no tenía opciones. Se encontraba refugiado en el búnker de la Cancillería en Berlín, mientras que las tropas soviéticas sitiaban las últimas guarniciones del ejército alemán. La derrota del Tercer Reich, planteado por el Führer como un imperio germánico que duraría mil años, era inevitable. 

El humilde pintor austriaco, quien había desatado un movimiento que llevó al genocidio de 6 millones de judíos, temía más que cualquier otra cosa ser capturado por los rusos. Por lo tanto, decidió que eso no sucedería.

Comunicó su decisión a sus colaboradores más cercanos, aquellos que aún permanecían a su lado. Contrajo matrimonio legal con Eva Braun, su eterna novia, y se aseguró de contar con suficiente gasolina para incinerar los cuerpos. En su despacho del búnker, se llevó a cabo un pacto suicida y ambos se dispararon en la cabeza. 

Mientras las tropas soviéticas avanzaban, algunos soldados alemanes se aseguraron de colocar los cuerpos de Hitler y Eva en una pira funeraria para que fueran incinerados. El Führer redactó un testamento final en el cual ajustó cuentas con aquellos a quienes consideraba traidores y los destituyó de sus cargos gubernamentales. 

En dicho testamento designó al almirante Karl Dönitz, un fanático nazi, como líder del Reich, y también destacó a Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda que lo había acompañado desde sus inicios en el poder.

Junto a su esposa Marga, decidieron acabar con la vida de sus seis hijos y luego suicidarse

Pero el cambio de liderazgo no significó una transición tranquila. Junto a su esposa Marga, decidieron acabar con la vida de sus seis hijos y luego suicidarse. Un médico del búnker les suministró dosis letales de morfina a los niños, mientras que los Goebbels tomaron pastillas de cianuro. El nuevo líder, Dönitz, se encontraba al mando de un imperio derrotado y en retirada. La muerte de Hitler fue anunciada por la radio.

Según Volker Ullrich en su libro "Ocho días de mayo" (Taurus), que se basa en fuentes documentales de la época y diarios de diversos protagonistas, la noticia de la muerte de Hitler no causó una gran conmoción. El espíritu de la derrota se había apoderado de la conciencia alemana. La gente abandonó rápidamente el saludo de "Heil Hitler" por el cordial saludo de "buenas tardes". Sin embargo, el retorno a la normalidad no iba a ser tan abrupto.

El avance soviético estuvo marcado por una gran violencia contra los nazis, quienes eran responsables de millones de muertes en Europa y particularmente en territorio soviético. La "campaña hacia el este" que Hitler había planeado para conquistar Moscú fue salvaje e inhumana, y la mayoría de las víctimas del genocidio fueron aniquiladas en esa ofensiva. Los soldados soviéticos también avanzaron con un espíritu de venganza.

Las crónicas de violaciones masivas y saqueos son una prueba de estos hechos. Por ejemplo, la icónica imagen de la bandera roja siendo izada sobre el Reichstag, que simboliza la derrota del fascismo, fue retocada, ya que uno de los soldados que sostenía la bandera llevaba dos relojes en su muñeca. El saqueo era también una característica de esa victoria histórica.

El miedo se extendía entre los alemanes. Si Hitler temía sobre todo ser capturado por los soviéticos, muchos de los hombres y mujeres de su régimen pensaban lo mismo. Hubo una ola de suicidios. En la ciudad de Demmin, con una población de 15,000 habitantes en la región de Pomerania Anterior, el avance ruidoso de los tanques rusos generó un pánico que desencadenó suicidios masivos. 

El mismo día del suicidio de Hitler, entre 700 y mil personas se quitaron la vida en esa localidad. Aún hoy, como describe el libro de Ullrich, hay una lápida en la entrada del cementerio que dice: "Suicidas, perdido el sentido de la vida".

Lo que quedaba del régimen nazi buscaba una salida que dividiera a los aliados: se ofrecía a rendirse en Europa occidental, pero no frente al ejército soviético en el este. Apostando a una acción unificada de los occidentales contra el "bolchevismo", esperaban extender de alguna manera el gobierno del Reich. Sin embargo, esa posibilidad se desvaneció rápidamente.

Aunque el gobierno de Dönitz se estableció en Flensburgo a medida que los soviéticos consolidaban su poder en Berlín, un grupo de exiliados del PC alemán con una postura fuertemente estalinista llegó para liderar su reorganización y establecer el control político, aunque se nombraron gobiernos "burgueses" en los diferentes distritos de Berlín.

Los frentes de batalla restantes estaban ocupados por los ejércitos británico y estadounidense. El avance constante de los aliados y la falta de resistencia de la población civil llevaron a Dönitz a autorizar al coronel general Alfred Jodl para firmar la rendición incondicional en Reims, Francia. Sin embargo, Stalin no aceptó esta rendición y exigió que se repitiera en Berlín con la presencia clave de generales del ejército soviético.

El 8 de mayo de 1945, se llevó a cabo la rendición efectiva, tan solo ocho días después del suicidio de Hitler

Finalmente, el 8 de mayo de 1945, se llevó a cabo la rendición efectiva, tan solo ocho días después del suicidio de Hitler. A pesar de que Italia estaba en gran parte liberada por las guerrillas partisanas y las tropas estadounidenses habían entrado, además de la caída de la República Fascista de Saló y la rendición de Alemania, la guerra aún no había llegado a su fin.

Japón resistió durante más de tres meses, lo que aceleró el desarrollo de la bomba atómica en la ciudad secreta de Los Álamos, como se representa en la figura de Oppenheimer. A pesar de las voces de diversos ámbitos, incluyendo el científico, que abogaban por no usar el poder atómico, ya que esperaban que la rendición del emperador Hirohito de Japón se lograra de una forma u otra, la extensión de la guerra favoreció a los sectores gubernamentales estadounidenses que estaban decididos a probar la bomba, al igual que Oppenheimer.

En realidad, la resistencia japonesa era intensa y fanática. El libro "Japan 1941: countdown to infamy" de Eri Hotta, publicado en 2013, recopila testimonios de diarios de ciudadanos japoneses y partes oficiales del ejército, documentando el clima en el Palacio Imperial. 

El emperador Hirohito, considerado divino, se unía al contexto de guerra mundial y veía al imperio como una entidad en expansión (los japoneses controlaron gran parte de Asia y ocuparon China) y la guerra como inevitable. Sin embargo, para 1945, las derrotas ante Estados Unidos habían hecho retroceder a Japón desde las islas Marianas y Filipinas.

A pesar del fracaso de los aliados del Eje, Italia y Alemania, la rendición no era una opción considerada. Había una variante que sugería un retroceso con la figura imperial intacta, manteniendo el dominio sobre gran parte de Asia. La idea de una derrota era inaceptable para los líderes japoneses, guiados por la historia: Japón nunca había perdido una guerra en 2000 años. 1945 sería un punto de inflexión.

A pesar de que las flotas japonesas eran destruidas por los ataques estadounidenses, las reuniones de gabinete, con la presencia del Emperador, sostenían la resistencia. La táctica de autoinmolación, tanto por aire como por mar, utilizando aviones y lanchas cuyos tripulantes eran voluntarios dispuestos a estrellarse contra los navíos estadounidenses, continuaba siendo empleada. 

En los últimos días de la contienda, estaban listos para ser utilizados 3000 aviones kamikazes. La palabra "kamikaze" significa "viento divino", y se creía que los suicidas serían bendecidos por los dioses y que sus acciones llevarían a la victoria.

El 6 de agosto, la fuerza aérea de Estados Unidos lanzó la bomba atómica por orden directa del presidente Eisenhower

El 6 de agosto, la fuerza aérea de Estados Unidos lanzó la bomba atómica por orden directa del presidente Eisenhower sobre Hiroshima, lo que resultó en la muerte instantánea de setenta mil personas. Otros cincuenta mil fallecerían en las horas siguientes debido a los efectos de la radiación. Sobrevivientes de esta devastadora explosión comparten sus experiencias en el documental "Luz blanca lluvia negra", disponible en HBO Max. Las víctimas relatan cómo las pieles se derretían y los ojos salían de las cuencas, colgando de las mejillas de quienes deambulaban sin rumbo antes de sucumbir.

El dibujante Keiji Nakazawa, quien era un niño en el momento del ataque, sobrevivió y plasmó las imágenes horrorosas en la película manga "Hadashi No Gen" (Gen, el descalzo), utilizando la animación como medio. Uno de los sobrevivientes cuenta el desgarrador relato de cómo dio un poco de agua a una persona desesperada por el calor, solo para presenciar su fulminante colapso. El agua fría en medio de la radiación resultó ser fatal.

Tres días después, Nagasaki fue el blanco de otra bomba. Sin embargo, el gobierno japonés se negaba a rendirse, tratando de alcanzar un acuerdo con la Unión Soviética para evitar la derrota. Dado que la URSS tenía un pacto de no agresión con Japón y estaba ocupada con el frente occidental y oriental debido al ataque alemán, la situación se volvía más compleja.

Tras la conferencia aliada en Potsdam, la Unión Soviética lanzó un ataque masivo en Manchuria. Frente a la posibilidad de aceptar la rendición, un grupo de generales japoneses intentó un golpe de Estado el 12 de agosto para continuar la lucha. 

Finalmente, el 15 de agosto, Japón firmó una rendición incondicional, y el ejército estadounidense, bajo el mando del general Douglas MacArthur, asumió el control. Fue necesario el uso de las bombas atómicas desarrolladas por Oppenheimer en Nuevo México, Estados Unidos, un trágico avance científico. 

En las islas japonesas cubiertas de selva, patrullas solitarias seguían luchando en los últimos estertores de la Segunda Guerra Mundial. Incluso en la década de los setenta del siglo pasado, se encontraron varios de estos resistentes.




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