11/04/2020

Culturas

Hoy se recuerda la soledad de María, corredentora y mediadora de todas las gracias

Escribe Juan Manuel Aragón
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Hoy se recuerda la soledad de María, corredentora y mediadora de todas las gracias

El Sábado Santo es el día del silencio: los cristianos velan junto al sepulcro. Callan las campanas y los instrumentos. Se ensaya el aleluya, pero en voz baja. Es día para profundizar. Para contemplar. El altar está despojado. El sagrario, abierto pero vacío. Y uno se pregunta cómo habrá estado ese puñado de hombres y mujeres que seguían a ese hombre, de quien decían que era el Mesías y que acababa de sufrir la más horrorosa de las muertes.

Es el día que recuerda la soledad de María, que es corredentora y mediadora —o medianera— de todas las gracias.

El espíritu está anonadado. Luego de su último grito: “¿Por qué me has abandonado?”, ahora todo descansa, “consummatum est”. Esta cumplido. Es un día de ausencia. Y por encima de todo “fulget crucis mysterium”, resplandece el misterio de la luz.

La meditación y el silencio caen sobre los hombres que han creído. Y de nuevo, uno piensa en esa poca gente que lo seguía y atesoraba sus palabras. Su madre, su discípulo amado: Juan, y unos pocos más que el viernes tuvieron miedo y no estuvieron al pie de la cruz para estar con él en los últimos instantes.

Es día de dolor, de reposo, de esperanza, de soledad y silencio. Dios hecho hombre ha bajado al reino de los muertos. La Iglesia, lo mismo que María, su madre, permanece callada. No hay campanas este día ni cánticos ni órganos sonando en los templos. Los católicos también se asombran porque de nuevo Nuestro Señor Jesucristo ha muerto en la cruz.

En el tercer día del Triduo Pascual, la extremaunción y la confesión son los únicos sacramentos que se administran durante el Sábado de Gloria. Concluye con las primeras vísperas del Domingo de Resurrección culminando así para los cristianos la Semana Santa.

Luego de que el día anterior muere Cristo en la Cruz, aguardamos el momento de la Resurrección. Una vez que anochecido, comienza la principal celebración cristiana del año: la Vigilia Pascual.

Mañana, domingo, como todos los años, Nuestro Señor Jesucristo ha de resucitar entre los muertos y estará sentado a la derecha de Dios Padre y desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Y su reino no tendrá fin.

©Juan Manuel Aragón                   

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