12/02/2021

Opinión

De exportadores a importadores de lo mismo que hacíamos

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
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De exportadores a importadores de lo mismo que hacíamos

La Argentina exportaba telenovelas al mundo. Algunas hicieron famosas a las protagonistas en el extranjero. Iban a países de costumbres tan distintas a las locales que, a priori era difícil o imposible gustar en otros lados. Cada tanto salen actrices a contar sucedidos increíbles con sus fanáticos cuando estaban en lugares con distinto idioma, idiosincrasia, costumbres.

En general son historias simples, sencillas, rosas. Nada del otro mundo; mejor dicho, lo de siempre, fórmulas fabricadas para que cualquier televidente, en cualquier lugar de la Tierra espere la última venganza de la protagonista y, por supuesto, el final feliz.

En estos momentos, en la Argentina arrasan las novelas turcas. Llevan varios años fatigando las pantallas, pareciera que no terminan jamás, las tramas se complican a cada paso y cientos de miles de espectadores las siguen con atención, sin perderse un solo capítulo.

Las últimas novelas de la Argentina, en cambio, estaban repletas de localismos, tenían constantes referencias al sexo, a veces eran intraducibles: hasta a los uruguayos les costaba entenderlas. Dramones psicológicos hechos a la medida de porteños. Las pocas que terminaron, no se vendieron al exterior, quién iba a tener interés en esas cuestiones del Primer Mundo falaz y descreído, reinterpretado por autores superados de la tercera de ascenso.

Algunas veces, para satisfacer al público hispanoamericano, telenovelas de la década del 90, hechas en la argentina, apelaban al “tú” y no al voceo y —mire usté— fueron exitosas aquí y allá. Si seguimos apelando a contar procaces modernidades infumables para las sencillas amas de casa de todo el mundo, el fracaso estará siempre asegurado. Pero, ya se sabe, para algunos si la realidad no se adapta a su ideología, peor para la realidad.

Juan Manuel Aragón                   

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