30/03/2021

Opinión

El discurso calvinista de la hormiga y el cachet del coyuyo

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
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El discurso calvinista de la hormiga y el cachet del coyuyo

La hormiga trabaja invierno y verano a sol y a sombra, junta comidita para los tiempos malos, así sobrevive desde antes del Diluvio Universal. Todo el año anda aburrida, en silencio, triste, pero comienza el verano y sus madrugadas y sus tardes se alegran.

Entonces lleva feliz su hojita, el espíritu se le ensancha, su mente se abre, y trabaja con más ahínco, ¿por qué?, por el coyuyo y sus espectaculares serenatas, a veces hasta muy tarde en la noche, acompañándola en su labor.

Es difícil el trabajo de la hormiga, levanta una hoja que tiene diez veces su peso y la lleva quizás por veinte kilómetros, sorteando montañas y abismos enormes para ella. Y tiene una organización mejor que reloj suizo.

El coyuyo agarra cualquier instrumento por primera vez, y lo toca como si no hubiera hecho otra cosa en su vida, su voz afina en el bosque en el mismo tono de sus hermanos, formando un coro afiatado y armonioso.

Llegado el invierno, el coyuyo se hace el friolento, toca la puerta de la hormiga y pide alguito para comer. La otra todos los años lo sacude con el mismo discurso calvinista: “Sos un vago, vergüenza debiera darte haber andado con la musiquita todo el verano mientras yo me deslomaba trabajando”. Y le cierra la puerta en la nariz. El otro se hace el tonto y se va. Con el cachet de Cosquín tiene para tirar un año más.

Juan Manuel Aragón                   

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