08/09/2012

Tucumán

El amigo del bar

El escritor Héctor Cabot presenta en forma inédita una nueva serie de cortos relatos en ELDIARIO24.COM. La primera entrega.

Desde este sábado, www.eldiario24.com presenta en forma inédita una serie de relatos cortos del reconocido escritor, poeta y profesor tucumano Héctor Cabot *. Hoy, la primera entrega de tres relatos: 
 
1 
         Entonces, en el bar de siempre, su lugar de anclaje, junto a la ventana iluminada aún por el atardecer ya desavenido con la lluvia, me contó lo del ángel caído.
-Cayó junto a la ventana y me dejó su tristeza y se fue, avenida abajo entre los pocos paseantes; tristeza expresada sólo en la mirada, sin una palabra. Siempre pensé que vino derrotado de una de esas guerras espirituales donde se disputa el cosmos interior entre las cofradías. Cayó sin porvenir, sin ilusión. Se paró sin ayuda, luego, orinó en la acera y se fue. Y me dejó su subjetividad y su apariencia casi humana ya a consecuencia de la caída. En las noches, antes de dormir lo recuerdo y me duermo pensando en él, me imagino encontrarlo al volver el alba y poder ayudarlo a recomponer sus alas y que retorne a esos espacios donde todo es glorificado, volando leve para que no olvide su paso por esta fragilidad de lo humano.-
 
2
         El mozo se acerca sabiendo lo que nos va a servir y pregunta lo mismo porque le importa más la cortesía para alimentar esa especie de afecto cuantitativo que se vive en las relaciones en un bar.
         Vino en mano, primer trago y empieza a hablar.
-¿Sabe a quién conocí allá por los sesenta? A Germán Rozenmacher. Sí, en aquella esquina, había una confitería y ahí estaba con su amigo judío como él, de vacaciones por estos lados. Ellos se conocieron en Buenos Aires, donde Luis, como lo llamó en sus relatos Raíces, estudiaba. Me senté con ellos y de entrada no más me pareció un buen pibe. Escritor y periodista me dijo que era. ¡Linda charla hasta el amanecer! Estoy seguro de que ahí gestó “Raíces”, de ahí ya salió con el relato metido en la cabeza. Había llegado un jueves y ya el sábado tenía una perfecta síntesis del pueblo y se me quedó grabado una frase que le dijo a Luis: es muy grande tu necesidad de un destino. Eso, creo que le dio el último estímulo a las ganas de irse que tenía Raúl. Unos años después, compré su libro Cabecita negra y ahí estaba Raíces con un Tartagal de fondo del relato sin vacíos humanos con su calor y sus calles empolvadas. ¡Una pena que se haya muerto tan joven! Cuando lo releo, reconstruyo la charla porque ambos son puro espíritu en la alegría de la conversación y en el brillo de la prosa. Un Tartagal imborrable derramado en las palabras de Germán con sus costumbres y con su luna.
         Cabecita negra, me dice, es un libro que no envejece.- 
 
3                                                                                                                       
         -Me gusta juntarme con usted en el bar, me dice en esa hora habitual que tiene el cielo de despejarse de claridades y dejar que la noche se geste en su tiempo. ¿Sabe por qué? Porque el vino se vuelve alegre y se olvida del silencio y de las tristezas. Del libro que me prestó para leer se me grabó una frase; “Hay dos tipos de humildad. Una es triste: bajar la cabeza. La otra, alegre: alzar la cabeza. El gusano o le pájaro”. ¡Salud, por eso, por el vino alegre!
         Juntarse y charlar es ponerle distancia a la soledad, evitar que los sueños se hagan oscuros. Siempre lo busco en la semana para oírnos sobre las cosas que nos transmite la vida.
-¿Sabe lo que he ganado con vivir solo? Que he recuperado la lectura. Se me hizo la resistencia necesaria. Por eso, la tristeza es simplemente la obligación de ascender porque la tristeza es un puente a la felicidad pura que, como le dije, el vino se vuelve alegre.-
 
 
* Héctor Cabot nació un 24 de noviembre de 1944 en San Miguel de Tucumán. Héctor Arturo fue el nombre elegido por su padre, una complicación de salud, en ese día, hizo que el mismo, como promesa, le agregara el Juan de la Cruz, de donde surgió la vena poética, alimentada luego desde el lugar de los juegos con Marta, una chica adolescente que trabajaba en la casa de familia, quien le enseñó a leer antes de ir a la escuela, en un comedor, a la hora de la siesta tucumana, que fue el lugar para componer ficciones en las que enhebraba “voces de su historia personal sino la de su entorno, el más cercano, el socialmente histórico tanto el tangible como el más remoto” como bien lo dice la escritora Liliana Bellone.

Primaria en la escuela Alberdi, secundario en el Gymasium Universitario, docente de letras en el Instituto San Miguel.

Luego, el casamiento, el primer hijo. la radicación en Tartagal, siempre el norte como el lugar de las travesías de sus personajes. Carrera docente, profesor, rector de nivel medio y terciario, director de Educación Superior de  la Provincia de Salta. Cuatro hijos, una fallecida. Jubilación y su vocación primaria a pleno: SER ESCRITOR.

Publicó varios libros entre relatos, poemas y novelas. Ángeles, matacos y demás deudas, en 1991, es el primero en colaboración con sus hijos Pablo y Daniel. Luego siguieron: La grafía de los tártagos (poemas) en 1993; La flora y la fauna (nouvelle) en 1995; Traqueteo de la memoria (cuentos) en 1997; En el refugio de los sueños olvidados (novela distinguida en Salta con el segundo premio) El viaje de vuelta (novela galardonada con el primer premio en la provincia de Salta ) en 1999; Ya nada es ausencia (cuentos primer premio Clara Saravia Linares de Arias) en 1997, La soledad de la sangre (novela) en 2005: La canción de Trilce, (novela) en el 2007. Sus libros inéditos son El infinito revés de tiempo (poemas) Silenciosamente como aquí( cuentos), Las veredas (micros relatos) y se acaba de terminar una nueva novela sin nombre definido aún.

Figura en antologías como Poesía 94 en Temperley (Buenos Aires); Decir la primavera en Campeche (Méjico) y Antología de poesía y narrativa breve en Salta.

Tuvo premios en Salta capital y en Orán, Joaquín V. González, en Metán,  en Tucumán, en Temperley.
 
 



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