05/06/2016

Tucumán

Megacausa Operativo Independencia

Testigos expertos hablaron de un plan pergeñado con anterioridad al golpe de Estado

Cada testimonio va aportando datos objetivos e interpretados a la luz de la ciencia.

Los expertos hablaron. Entre jueves y viernes pasaron seis testigos llamados testigos generales o de contexto. Cada uno de ellos investigó, realizó estudios, trabajó con las perspectivas propias de la disciplina en la que se formaron. Desde el análisis de documentación, hasta la búsqueda de restos físicos. Desde la historia a la arqueología. Cada testimonio va aportando datos objetivos e interpretados a la luz de la ciencia. Fue así como el juez Gabriel Casas (presidente), Carlos Jiménez Montilla y Juan Carlos Reynaga escucharon a algunos de los más de 700 testigos previstos en el megajuicio Operativo Independencia.


La quinta semana empezó con la declaración testimonial de Julio César Urien. El ex oficial de la Armada aportó desde su experiencia y se refirió a lo que vivió hasta fines de 1972 en la Escuela de Mecánica de la Armada  (ESMA). En ese mismo espacio donde se sublevó enfrentando la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse, contó Urien, vio cómo se enseñaban las prácticas represivas. Afirmó que conoció  alguno de los instructores norteamericanos. Desde su testimonio, el argumento de los excesos parece no tener sustento y la afirmación fiscal de que se trató de un plan sistemático, toma cuerpo en este debate oral y público.


El segundo testigo de la jornada del jueves fue Santiago Garaño. El doctor en Antropología habló de su tesis doctoral y de las investigaciones que llevó adelante respecto a la experiencia de soldados conscriptos que cumplieron funciones en el monte del sur tucumano. Uno de los conceptos claves de su trabajo es el de ‘Teatro de Operaciones’. Si bien esta es una terminología militar, el especialista afirmó que es un interesante porque plantea “cuál era la misión del poder represivo” y “permite pensar qué puestas en escena se hicieron en ese teatro de operaciones”. Garaño explicó una serie de estrategias por las que “el monte del sur tucumano se convirtió para el Ejército Argentino en un teatro apto para escenificar que ahí se libraba una guerra”.


Los protagonistas de esa escenificación, señaló Garaño, eran los soldados conscriptos. Ellos eran presentados como los héroes que libraban la guerra contra la ‘subversión’. Sin embargo, esos mismos soldados “experimentaron en sus propios cuerpos el terrorismo de Estado. Vivieron situaciones límites”, sostuvo el antropólogo. “Se consideraban sospechosos los que habían pedido prórrogas o los que preguntaban qué estaba sucediendo”, agregó. “Eran tratados igual que a los que llamaban ‘guerrilleros’”, contó Garaño citando algunas de las entrevistas que realizó. De este modo quedó de manifiesto esa idea de ‘puesta en escena’ con una faceta que se mostraba y otra que se ocultaba.


El antropólogo habló de la ‘espectacularización’ del terror. “El terror que se oculta en los centros clandestinos de detención, se escenifica en la aparición de cuerpos”, afirmó. Para esa puesta en escena, señaló el testigo, existían distintas audiencias. Los soldados conscriptos por un lado, los pobladores, por el otro; y la audiencia nacional. A esta última se llegó por medio de una convocatoria a periodistas de Buenos Aires. Aquí, los medios de comunicación reproducían este escenario con afirmaciones como “el monte es un infierno”. “Se construyó el monte como un espacio peligroso y salvaje”, remarcó.


La preparación del terreno


La arqueóloga Pilar Gómez Sánchez explicó con fotografías de octubre de 1976 cómo se encontraba el predio del ex Arsenal Miguel de Azcuénaga. Con esta megacausa van ya más de una decena de juicios en los que no quedan dudas de cómo funcionó el centro clandestino de detención y exterminio en ese predio.  “Las marcas territoriales en la fotografía tienen una profundidad temporal que está en estudio todavía”, advirtió la licenciada en arqueología. “Si estamos hablando de octubre de 1976 entendemos que el enlace podría ser previo o cercano al 24 de marzo”, agregó.


Para que toda esta maquinaria de secuestro, tortura y muerte sea posible, fue necesario un largo período de experimentación. “Para el desarrollo de una tecnología específica y novedosa para la desaparición de personas  es necesaria una profundidad temporal por lo que entendemos no comenzó el 24 de marzo de 1976”, aseguró Gómez Sánchez. “Por análisis testimonial, espacial y material tiene una raíz más profunda en el tiempo que viene previo a eso”, detalló y explicó que la complejidad de lo que se hizo en el ex arsenales quedó evidenciado aunque hayan intentado borrarlo. “Lo material no se borra, siempre queda una impronta y aquello que ha tenido la intención de borrarlo deja la impronta del intento de ocultar la práctica”, dijo sobre el final de su declaración como testigo experta. “Con lo material hasta la ausencia nos da una presencia de información”, sostuvo.


De realidades y luchas negadas


Silvia Gabriela Nassif fue la tercera testigo del día jueves y demostró, por medio de la investigación realizada para su tesis doctoral, que la organización sindical y el conflicto social tomó fuerza con el cierre de los ingenios azucareros. Ya en 1965, con la crisis de sobreproducción y la posterior racionalización productiva implementada durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, la concentración monopólica del azúcar significó una importante desocupación en alza. Con la contundencia de los números y los datos duros, la doctora en historia dijo que “lo que vivió Tucumán fue una verdadera sangría”.


Las puebladas entre 1968 y 1970, principalmente en el sur tucumano, fueron la cara más visible del hambre en el que los trabajadores de los ingenios y los obreros del surco sufrían. El Operatio Independencia, señaló la historiadora, fue no solamente el ensayo del terror, sino también una estrategia de disciplinamiento. “En la propiedad privada del Ingenio La Fronterira funcionaba un centro clandestino de detención”, aseguró Nassif. “Muchos trabajadores eran secuestrados a pedido de los mismos dueños de los ingenios”, afirmó quien dejó boquiabiertos y sin preguntas a los defensores oficiales.


El terror documentado


María Verónica Almada Vidal fue parte del equipo que realizó el informe sobre el Operativo Independencia para el Ministerio de la Defensa. A través del sistema de videoconferencia respondió las preguntas del fiscal Pablo Camuña. Basada en el análisis de documentación encontrada en los archivos administrativos del Ejército Argentino, habló sobre la normativa que permitió el funcionamiento de las fuerzas represivas. Desde el decreto presidencial de Estela Martínez de Perón hasta otras normativas, reglamentos e instrucciones que determinaban cómo llevar adelante ciertas acciones y cómo se las organizaban estructuras militares en el contexto del Operativo Independencia. Las Fuerzas Armadas contaron con una serie de normativas para funcionar, “se ve a través de la documentación a la que accedimos que existió otra documentación con la que no contamos, pero a la cual esta documentación hace mucha  referencia”, señaló la testigo. “Las unidades que participaron fueron la 5° Brigada y otras brigadas dependiente del tercer cuerpo del ejército organizadas en fuerzas de tareas”, especificó.


En medio de tantos documentos oficiales “encontramos, algo que nos llamó la atención”, advirtió Almada. “Hubo personal que fue a hacer cursos de interrogadores. O sea cursos de técnicas de inteligencia”, comentó haciendo referencia a lo que al principio del día anterior Urien se refiriese como “clases para torturar”. “¿De los documentos surgen la aplicación de torturas o su ejecución y la desaparición de sus cuerpos?”, preguntó el fiscal Camuña. “Sí”, respondió la testigo categóricamente. “Reclamos del oficial Puig Dominech habla de interrogatorios no reglamentarios y los caracteriza como torturas”, recordó de inmediato. “Otro oficial comisionado al Operativo Independencia refiere que su participación había sido hacer desaparecer los cuerpos de los detenidos por izquierda”, agregó.


El circuito Santiago del Estero - Tucumán


Luis Guillermo Garay, director del Espacio de la Memoria de Santiago del Estero explicó en detalle cómo desde 1972 se recreó un organismo de inteligencia policial creado durante el gobierno de Carlos Juárez. “El organismo era para el control político e ideológico de la población en su intento de frenar la penetración del comunismo”, señaló Garay que se refirió a este organismo “porque fue central en este proceso que empieza en 1972 y que tenía como misión preparar el terreno para la posterior represión. “En 1974 empiezan las acciones represivas en las que se pueden comprobar la actividad conjunta entre la Dirección de Inteligencia policial, el Destacamento 142 de Inteligencia y el Batallón Ingeniero de Combate 141”, enumeró.


“El 9 de febrero se lanza el Operativo Independencia y sabemos que el Batallón de Ingenieros Combate va a integrar una fuerza importante con aporte tanto de soldados conscriptos como de oficiales que va a ser trasladada a Tucumán con el nombre de Fuerza de Tarea Rayo”, detalló el santiagueño. Quizás una de las pruebas más irrefutables de este accionar en conjunto entre Santiago del Estero y Tucumán sean los cuerpos encontrados en el Pozo de Vargas.  “El doctor Lezcano, defensor de presas políticos secuestrado en Santiago del Estero, su cuerpo fue recuperado en el pozo de Vargas, al igual que Emilio Ibarra, también su cuerpo apareció en el pozo de Vargas”, respondió cuando fue consultado por nombre de santiagueños desaparecidos en sus provincia.  


El testigo no escatimó datos respecto a nombres y funciones de quienes comandaron estas acciones represivas. Así también fue muy preciso con respecto a las víctimas secuestradas y a los restos y cuerpos identificados. Cuando le preguntaron si se daban también traslados desde Tucumán a Santiago del Estero, recordó al doctor Pisarello cuyo cadáver fue dejado en 1975 el monumento Francisco de Aguirre en Santiago del Estero. “Se encontraba atado con alambre de púa y un cartel referido a la orden de su asesinato”, recordó.


La audiencia se reanudará el próximo jueves a las 9 de la mañana. Entre los testigos que se espera escuchar se encuentra el periodista y escritor Horacio Verbitsky. La sala de audiencias no está tan llena como supo estar en otros juicios. En esta ocasión, son muchos los familiares que les toca dar testimonio y esperan que esto ocurra para poder ingresar. Mientras tanto esos lugares son ocupados con los rostros de aquellos que no llegaron a tomarse una fotografía a color.




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