06/02/2017

Tucumán

Violencia de género

Denuncian un nuevo caso de abuso sexual a bordo de un taxi en Tucumán

Una joven contó a través de su cuenta de Facebook la experiencia traumática que le tocó vivir a bordo de un auto después de una reunión con amigas.
Denuncian un nuevo caso de abuso sexual a bordo de un taxi en Tucumán | El Diario 24 Ampliar (1 fotos)

Intento de abuso sexual en un taxi tucumano.

Mientras miles de personas en todo el país luchan contra la violencia machista, los hechos de abuso sexual y agresiones de género siguen multiplicándose de forma alarmante.


En la provincia de Tucumán las calles suelen ser el escenario de la peor cara de una cultura conservadora que perpetúa el machismo y el odio varonil desde el insulto callejero, el exhibicionismo y hasta los ataques físicos.


Una terrible historia se dio a conocer en las últimas horas en las redes sociales, donde una joven contó el mal momento que le tocó vivir después de un encuentro con amigas.


Según relató, se tomó un taxi en horas de la noche, pero el conductor luego de preguntarle si iba "solita", le advirtió que avise que se iba a "demorar", para comenzar a masturbarse mientras conducía.


A continuación el estremecedor relato:


Me pasó algo terrible y recien una semana después me animo a contarlo. Tenia miedo o verguenza o las dos cosas juntas, no sé, pero me di cuenta que hay cosas que no se tienen que callar, y me doy cuenta porque estoy teniendo muchos conflictos internos a raíz de eso y además porque quiero que empezemos a tener conciencia y a cuidarnos entre nosotras, porque me di cuenta que nadie lo va a hacer por nosotras. 
Me junté con mis amigas a comer un asado, cuando me fui me acompañaron a que me tome un taxi a mi y a un par más, como las otras chicas se iban para otro lado me subí sola. Más de una vez me tome un taxi y no pasó nada, una siempre se sube con miedo pero al final se termina diciendo "no pasa nada, no paranoiquees". Me subí y noté que el taxista tenía el vidrio de atrás tapado pero no le di mucha importancia (me subí rapido porque los hinchas de atletico estaban haciendo fila de noche para sacar entradas y me estaban tirando besos y gritandome cosas) cuando me subo esta fue la conversación con el taxista:
-tus amigas se van para el otro lado?
-si
-ah.. vas solita
-...
-che y te espera alguien en tu casa? 
En ese momento le mande un mensaje a una compa que estaba cuando me subi preguntandole si habia anotado patente y me contesto que no.
-Si, si me esperan
-ah... bueno avisa que te vas a demorar
El corazon me empezó a later a mil y me transpiraban las manos, eran como las 2 de la mañana y los semáforos no andaban, el auto no frenaba, no habia nadie en la calle. En ese momento en el que veía cuales eran mis opciones escuché ruidos de placer que salían de su boca. Se estaba masturbando. Quería vomitar. Lo escuchaba susurrar "te gusta?". Quería llorar. Quería patearle la cabeza. Comenzo a bajar la velocidad en una parte oscura de la av. Belgrano como para estacionarse y con el auto en movimiento todavía me bajé y corrí.
Afortunadamente venia un taxi atrás y me subi, el taxista me pregunto si estaba bien y le dije que si pero que quería llegar a mi casa. No vi patente ni rostro porque quería irme. Ahora no puedo caminar por calles llenas de gente, ni sentarme en asientos de a dos en los colectivos sin que me empiezen a transpirar las manos, ni pasar cerca de un grupo de hombres en la calle sin querer llorar, ni dormir bien, y por supuesto no me puedo subir a ningun taxi, entre otras cosas. 
Me sentí humillada y chiquita, sentí que ese tipo me pudo reducir con dos palabras de mierda, aprovechandose del hecho de que todas las mujeres tenemos miedo si andamos solas y de noche. En ese momento me di cuenta de la triste realidad: no soy libre. No fue mi culpa por subirme sola al taxi ni por no contestarle nada. Fue su culpa y me marcó seguro para siempre.
Lamentablemente no queda otra que cuidarnos entre nosotras, tomar patentes y no tomarnos un taxi en la calle. No somos libres, todavía no.

Me pasó algo terrible y recien una semana después me animo a contarlo. Tenia miedo o verguenza o las dos cosas juntas, no sé, pero me di cuenta que hay cosas que no se tienen que callar, y me doy cuenta porque estoy teniendo muchos conflictos internos a raíz de eso y además porque quiero que empezemos a tener conciencia y a cuidarnos entre nosotras, porque me di cuenta que nadie lo va a hacer por nosotras. 


Me junté con mis amigas a comer un asado, cuando me fui me acompañaron a que me tome un taxi a mi y a un par más, como las otras chicas se iban para otro lado me subí sola. Más de una vez me tome un taxi y no pasó nada, una siempre se sube con miedo pero al final se termina diciendo "no pasa nada, no paranoiquees". Me subí y noté que el taxista tenía el vidrio de atrás tapado pero no le di mucha importancia (me subí rapido porque los hinchas de atletico estaban haciendo fila de noche para sacar entradas y me estaban tirando besos y gritandome cosas) cuando me subo esta fue la conversación con el taxista:

-tus amigas se van para el otro lado?

-si

-ah.. vas solita...

-che y te espera alguien en tu casa? En ese momento le mande un mensaje a una compa que estaba cuando me subi preguntandole si habia anotado patente y me contesto que no.-Si, si me esperan

-ah... bueno avisa que te vas a demorar


El corazon me empezó a later a mil y me transpiraban las manos, eran como las 2 de la mañana y los semáforos no andaban, el auto no frenaba, no habia nadie en la calle. En ese momento en el que veía cuales eran mis opciones escuché ruidos de placer que salían de su boca. Se estaba masturbando. Quería vomitar. Lo escuchaba susurrar "te gusta?". Quería llorar. Quería patearle la cabeza. Comenzo a bajar la velocidad en una parte oscura de la av. Belgrano como para estacionarse y con el auto en movimiento todavía me bajé y corrí.


Afortunadamente venia un taxi atrás y me subi, el taxista me pregunto si estaba bien y le dije que si pero que quería llegar a mi casa. No vi patente ni rostro porque quería irme. Ahora no puedo caminar por calles llenas de gente, ni sentarme en asientos de a dos en los colectivos sin que me empiezen a transpirar las manos, ni pasar cerca de un grupo de hombres en la calle sin querer llorar, ni dormir bien, y por supuesto no me puedo subir a ningun taxi, entre otras cosas. 


Me sentí humillada y chiquita, sentí que ese tipo me pudo reducir con dos palabras de mierda, aprovechandose del hecho de que todas las mujeres tenemos miedo si andamos solas y de noche. En ese momento me di cuenta de la triste realidad: no soy libre. No fue mi culpa por subirme sola al taxi ni por no contestarle nada. Fue su culpa y me marcó seguro para siempre.


Lamentablemente no queda otra que cuidarnos entre nosotras, tomar patentes y no tomarnos un taxi en la calle. No somos libres, todavía no.







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