22/11/2017

Argentina

Cristina y la proscripción de la historia

Cristina es la depositaria de una de las tendencias en pugna en el actual proceso histórico del país, antítesis de la visión del mundo hegemónica del grupo de poder hoy. Férreamente plantada en el presente, encabezará la representación de los ciudadanos cuando el deterioro de las condiciones materiales y sociales alcance su punto de no retorno, sostiene el autor de esta nota.

Cristina llegó a Tucumán en el marco de una convocatoria doblemente acotada: Se trataba de un encuentro de mujeres peronistas (quien lea en esto una connotación machista o misógina puede abandonar aquí mismo la lectura), y sobre todo, de una coyuntura en la que su figura es resistida por un sector del peronismo local encabezado por el Gobernador, que busca diferenciarse de ella quizá en pos de un mejor posicionamiento en el complejo campo partidario y político.


Sin embargo, las repercusiones de su presencia en la provincia -miles de personas en el predio de El Cadillal y amplia cobertura periodística a nivel nacional-, revelan por si mismas que ella es la depositaria de una de las tendencias en pugna en el actual proceso histórico del país, la que se opone a lo que en términos globales se conoce como neoliberalismo, esto es, conjunto de doctrinas basadas en la economía de mercado impuesta con las herramientas del poder. Aquella tendencia -antítesis de la visión del mundo hegemónica del grupo de poder- que hoy por hoy se encuentra oprimida y deprimida.


El del lunes no fue el acto de una gran figura venida a menos y en retirada, que gastará los años que le quedan en una banca del Senado y con la nostalgia de lo que fue y ya no volverá a ser. Cristina es una pensadora de la política férreamente plantada en el presente y, como tal, habla de cosas concretas que interesan ahora. Lo esencial de su mensaje ayer fue su advertencia sobre la necesidad de resistir "las tres reformas" que el Gobierno busca implementar tras el contundente triunfo electoral y el llamado a abrir el debate para discutirlas como primera forma de concretar ese objetivo.


Por ello, porque no es una figura menguante, porque no vive del pasado -y no necesita dar explicaciones por sus ex funcionarios-, y porque actúa en el presente de la historia, no puede vérsela en los términos de una figura totémica, mítica, inmóvil, crepuscular. Hoy Cristina puede anticipar -que no es lo mismo que anticiparse, como cuando se le anticipaba a una compañera de banca suya que un día iba a gobernar la Argentina- lo que va a derivar de las actuales políticas del macrismo, porque son las mismas que muchos conocimos o cuyos efectos conocemos.


¿Significa esto que la historia se repite? No. La historia se desarrolla por la pugna de tendencias en lucha que van sobreponiéndose y dominando una a la otra. Ya dijimos cuál es la que prevalece en esta hora, y cuál es la sometida. Pero cuando el deterioro de las condiciones materiales y sociales de las mayorías contra las cuales actúa la tendencia hoy dominante alcance su grado límite, sin duda habrá un reacomodamiento y una redistribución de fuerzas con nuevos actores y acontecimientos. La ex presidenta, como ya dijimos, encarna a una de esas fuerzas. Por eso no se la puede proscribir, ni el 'régimen macrista' podrá.


¿De modo que la historia no se repite pero Cristina sí? Tampoco. Unidad Ciudadana es un planteo nuevo, todavía borroso, en germen. Si la vida se lo permite, CFK también será nueva, otra.


También vino a reclamar unidad. Unidad de los ciudadanos contra el ajuste, unidad de los referentes partidarios en defensa de los ciudadanos. (Hoy mismo destacó que mientras cerraba el encuentro de mujeres conocía la noticia de la marcha de parte de la CGT y las CTA contra la reforma laboral). Pero se trata sin duda de una inevitable postura retórica. La unidad no llegará por el diálogo ni por acuerdos. Llegará impulsada por la historia, cuando ésta interpele a quienes puedan cumplir ese rol. Ni de Randazzo ni de Massa ni siquiera de Manzur provendrá la unidad, porque no son parte de la historia, excepto que contribuyan al proyecto encabezado por Cristina.


Modestias organizativas y estructurales aparte (los actos de Cristina parecen haber pasado del mainstream al under), su lugar y su rol en parte se legitiman por el acompañamiento de una gran parte de la sociedad que le sigue brindando su apoyo. Ayer, sobre el final, ofreció su palabra como garantía de la defensa de los trabajadores en el Senado. Los ciudadanos no encuadrados o dispersos comprenden la historia desde su experiencia. La militancia, que todavía repite consignas previas a 2015 o se moviliza por intereses particulares, no debería convertirse en un arma de doble filo. Es necesario ubicarse a la altura de la historia.




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