04/01/2018

Culturas

Rock en el recuerdo

El día que Coca Cola quiso regalar entradas para The Ramones y todo se fue al carajo

Fue el último recital de la banda más mítica de la historia del punk rock en la Argentina, y la famosa empresa de gaseosas ofrecía una promoción demasiado buena para ser verdad.

Joey y Johnny Ramone ya no están en este mundo, Marky viene de vez en cuando a la Argentina a tocar con su banda y recordar viejos tiempos, con menos melancolía seguramente con la que lo hacía el también fallecido Dee Dee, quien incluso vivió un tiempo en Banfield en la casa de la abuela de su novia.

Lo cierto es que la historia de los Ramones en la Argentina es riquísima, no por nada su gira despedida se llamó "¡Adiós Amigos!" (así, en español), allá por 1996, como un guiño al público argentino que supo ser el más fiel a esta banda punk nacida en la década de 1970.

Como las grandes bandas locales, The Ramones se despidió del público argentino en el estadio Monumental, con un festival impresionante que incluyó a Superuva, 2 Minutos, Attaque 77 y Die Toten Hosen e Iggy Pop como artistas internacionales, y hasta a Eddie Veder de Pearl Jam infiltrado filmando todo desde el backstage.

Más allá de la música, se sucedieron otros hechos culturales que vale la pena destacar y recordar, como por ejemplo la iniciativa de la empresa Coca Cola, que decidió ofrecer una promoción en la que se podían canjear 10 tapitas por una entrada para el show.

La propuesta era demasiado buena para ser verdad y cientos de fanáticos se acercaron con sus tapitas (algunos llevaban hasta 250) al centro de canje que pronto se vio colapsado por semejante demanda. Lo cierto es que aparecieron los ramoneros, aparecieron las tapitas pero las entradas no aparecían, entonces comenzó a suceder lo inevitable, piñas, pedradas, corridas y hasta saqueos en las zonas aledañas, mientras uno de los organizadores intentaba desesperado explicar que la entrega de los tickets se realizaba en un lugar diferente al que los furiosos rockers destrozaban con todo su "ímpetu juvenil" como describían los cronistas de la época.

Todo quedó registrado en un informe periodístico que a la distancia resulta hilarante, como si se tratase de un sketch de Diego Capusotto.








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