31/12/2019

Tucumán

a brindar

En el último día de 2019, a planificar los 366 días de 2020: ¡FELIZ AÑO NUEVO!

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24, de Tucson, Argentine)
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En el último día de 2019, a planificar los 366 días de 2020: ¡FELIZ AÑO NUEVO!

Llega el Año Nuevo, para muchos un momento más en la vida. Para otros una encrucijada que aprovecharán para poner en duda lo anterior y replantearse lo que le resta. Algunos sacan a relucir viejos fantasmas que los atormentan desde hace tiempo: quizás una relación tóxica que requiere un corte definitivo o la certeza de que, como van las cosas, hay que cambiar el modo de encarar el trabajo o tomar la postergada decisión de, finalmente, ir a hacerse revisar con el médico para que le diga por qué esa molestia en el estómago. Muchos cargan con la cruz del fin de año, casi como si fuera un cambio de era, una renovación del equipaje, una parada en la estación terminal de colectivos, desde la que decidirán tomar otro rumbo o seguir esperando el colectivo de todos los días.

Hay quien toma el fin de año y el principio del siguiente con naturalidad, piensa que es más que nada,una oportunidad para reunirse con gente que no vé hace mucho. Cuando se acerca la fecha se producen varios buenos momentos en los que se conversa distendido con los compañeros de la oficina, se hace chistes con los amigos del fútbol, se renuevan fidelidades a una idea con los camaradas del partido político o los pensamientos afines, se recuerda la juventud y las bromas con los viejos compañeros de la secundaria.Son instantes para recordar, junto a gente que se quiere bien, coronado con la gran fiesta del 31, en que la familia se une en una solo soplo del corazón, para esperar el momento mismo del cambio de fecha: una celebración pagana que honra el mero almanaque y sirve de excusa para sentirse contento, alegre, feliz o esperanzado.

Otros llegan a una encrucijada del camino de su vida. Tal vez tiendan la vista hacia atrás poniéndose contentos por los logros y la buena cosecha que han conseguido, es posible que miren hacia adelante creyendo que lo que está por venir será necesariamente mejor que lo que dejaron en el camino. Muchos pensarán en mudar de ropa definitivamente como el coyuyo, unamanera de no repetir los errores del último tiempo o quizás de toda la vida. Pero todossabrán que el 1 de enero serán, en esencia, los mismos del año que pasó. Y que lo más difícil del mundo no es conquistar el Everest o cruzar a nado el Río de la Plata, sino vencer a ese otro yo, metido adentro de uno, que se empeña en tirar por la ventanilla del ego, todo bueno que tenemos a nuestro lado.

El 1 de enero será, para decirlo parafraseando palabras repetidas, el primer día del resto del año. Si hacemos las cosas bien y ponemos en una lista —de ser posible por escrito— lo que queremos para los días que restan, es posible que cumplamos con algunos de los objetivos trazados. Pero debemos encararnos con decisión, sabiendo que nos va la vida en convertirnos en algo distinto y que nos supere a nosotros mismos. De tal suerte que en la otra punta del año, cuando miremos de nuevo hacia atrás, nos percatemos de que hicimos las cosas bien, pues fuimos nuestra versión más exitosa.

Este año será bisiesto, al fin cumplirán años los nacidos el 29 de febrero, el tiempo nos da un changüín de 24 horas en las que todo puede cambiar, un tiempo de descuento anticipado que hemos de aprovechar a nuestro favor. Serán 366 días en el año y tenemos que lograr que la yapa juegue a favor.

En definitiva, todo se trata de ser mejores o al menos intentarlo, para cumplir con la sentencia de San Agustín cuando decía que “no hay tiempos mejores ni tiempos peores, seamos mejores nosotros y los tiempos serán mejores”.

Hay momentos en los que no vale ser original, porque todo ha sido dicho, por eso, aunque suene repetido, levantamos una copa para desear a nuestros lectores, que se cumpla lo que anhelan en su corazón y que el año nuevo también traiga una vida nueva.

La patria nos sigue necesitando.

©Juan Manuel Aragón

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