03/01/2023

Tucumán

Turismo

El Cadillal es uno de los lugares más elegidos de Tucumán para una escapada

A poco más de 20 km de la capital provincia ofrece aventura y actividades náuticas.

El Cadillal es el lugar que siempre estuvo cerca para ir de turismo para los tucumanos. Por la ruta provincial 314, poco más de veinte kilómetros de la ciudad, la villa veraniega comenzó a desarrollarse después de la construcción del dique a mediados de los ‘60. Rápidamente, se convirtió en uno de los lugares más elegidos para escapar del calor con un espejo de agua.

En los últimos tiempos, la zona se modificó con nueva infraestructura. Reinauguración un museo, restaurantes y la puesta en valor de su aerosilla. Toda la construcción hecha recientemente forma parte del Complejo Turístico Puerto Argentino, una de las obras del Plan 50 Destinos del Ministerio de Turismo.

Entre la aerosilla, las yungas y el museo

Quizás la mejor opción para comenzar el día es un paseo por la Aerosilla Nuevo Cadillal, un recorrido de 1.200 metros sobre la falda del cerro Médici.

Después de un viaje de pocos minutos y de la brisa suave en la cara, se accede a la mejor vista que ofrece el destino: una imponente postal de la sierra de Medina y el dique que construyó el entonces gobernador Celestino Gelsi; de hecho, el lleva su nombre pero pocos lo llaman así.

Una vez arriba, se puede conocer más de la flora del lugar en el Sendero Las Yungas, una plácida caminata de una media hora para internarse en la selva de pedemontana. Allí están algunos de sus árboles típicos: cebil colorado, horco molle y laurel, entre otros. El último tramo, antes de tomar la aerosilla de regreso, es por el Puente de los Deseos.

Al regreso y antes de comenzar con las actividades acuáticas, un paso por el Museo Arqueológico se convierte en un breve viaje por la cultura Candelaria y otras prehispánicas que habitaron en la zona. El recorrido autoguiado muestra vasijas, morteros, jarras y puntas de proyectil de los antiguos pobladores, además de explicar su historia con una clara línea de tiempo.

La pieza estrella de lugar es una inmensa urna funeraria de unos 70 centímetros de diámetro por un metro de alto. Fue hallada en las proximidades del dique y se considera la más grande del país y la segunda en dimensión en América Latina. Se calcula que pueden tener entre 1000 y 3000 años de antigüedad. Durante el próximo verano, el museo planea inaugurar una sala audiovisual.

Todos al agua

A la tarde o antes de la puesta de sol, las actividades acuáticas son casi una obligación. Los paseos en kayak son plácidos en el dique y la embarcaciones aceptan hasta tres personas. Mientras se rema, a lo lejos, se ve el cerro, algún catamarán que pasa con turistas y nadadores con su boya de seguridad.

También se pueden alquilar bicicletas -Tucumán es una de las grandes sedes del país para hacer mountain bike- y disfrutar del menú regional en algunos de los restaurantes.

Para aquellos que no quieran alejarse demasiado de la capital tucumana, el Cristo Bendicente de San Javier siempre estará esperando con su brazo derecho en signo de bendición.

Allí están los aires franceses de Villa Nougues. La rampa de Loma Bola para animarse al parapente. Y el precioso valle de La Sala.

El espíritu de “La Negra” estará siempre presente. De día, se puede visitar el Museo Mercedes Sosa Casa Natal. Y de noche pasar por el Alto de la Lechuza, la mítica peña donde alguna vez cantó ella. Alguien seguramente entonará alguna de esta tierra, como aquella que dice Desde el Norte, traigo en el alma. La alegre zamba que canto aquí...


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Imperdible: la gran fiesta del sánguche

Las empanadas jugosas. Los quesos y quesillos. Los tamales y humitas. La herencia andina de los guisos y el locro. La gastronomía tucumana tiene un sello de distinción en el NOA.

Hay un plato popular que está ganando terreno y que tuvo su celebración hace poco más de un mes. La 1° Fiesta Nacional del Sánguche de Milanesa se realizó el mes pasado en el predio de La Rural, con decenas de sangucherías ofreciendo sus productos y algunos concursos como El Paladar de Acero -los participantes debían probar distintos tipos de ají-, el sanguchero más veloz y el sánguche de milanesa más grande del mundo.

El resto del año, la ciudad ofrece un centenar de pequeños locales para comer el famoso manjar, que se suele acompañar con una gaseosa de manzana.




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