27/10/2018

Tucumán

Vincent: la oreja que controla el ruido ambiente

Un producto ideado por una graduada de la FACET. Todos los detalles.

Lu­ci­la Fi­gue­roa Gallo es la crea­do­ra del Pro­yec­to Vin­cent. Es­pe­cia­lis­ta en In­ge­nie­ría Clí­ni­ca, In­ge­nie­ra Bio­mé­di­ca, gra­dua­da de la FACET y do­cen­te en la misma Ins­ti­tu­ción.

¿De qué se trata Vin­cent?
Vin­cent es una he­rra­mien­ta para con­tro­lar el ruido hos­pi­ta­la­rio, pre­ve­nir y evi­tar el efec­to no­ci­vo que tiene en la salud. Se co­lo­ca en la pared, es li­viano, es un ob­je­to que no obs­ta­cu­li­za y que no in­va­de. Se co­nec­ta a un toma co­rrien­te y emite se­ña­les lu­mi­no­sas. Es re­sis­ten­te a sal­pi­ca­du­ras y se puede de­sin­fec­tar sin pro­ble­mas. Los re­sul­ta­dos po­si­ti­vos en el con­trol de ruido en el ám­bi­to hos­pi­ta­la­rio se lo­gra­ron en forma in­me­dia­ta. Fue di­se­ña­do como parte de un pro­gra­ma de con­trol de ruido hos­pi­ta­la­rio que in­clu­ye ade­más ac­ti­vi­da­des de diag­nós­ti­co, ca­pa­ci­ta­ción y eva­lua­ción per­ma­nen­te, a tra­vés de en­cues­tas y me­di­cio­nes pe­rió­di­cas. Su nom­bre (Vin­cent) surge junto al pro­to­ti­po en el 2014 que pre­pa­ré como parte de mi tesis de gra­dua­ción como In­ge­nie­ra Bio­mé­di­ca y que he con­ti­nua­do per­fec­cio­nan­do desde en­ton­ces.

¿Cómo fun­cio­na?
El dis­po­si­ti­vo fun­cio­na igual que el oído hu­mano, tiene un mi­cró­fono que capta la señal del am­bien­te (no graba voces), hace un cálcu­lo in­terno y lo com­pa­ra con­tra dos lí­mi­tes -uno se­gu­ro y otro pe­li­gro­so- que son pro­gra­ma­bles de acuer­do a las ne­ce­si­da­des. Vin­cent es capaz de com­pa­rar los va­lo­res, me­di­dos en de­ci­be­les, con­tra el lí­mi­te in­fe­rior: si está por de­ba­jo la señal lu­mi­no­sa será verde, si está por arri­ba de ese nivel la señal será ama­ri­lla y si está por arri­ba del lí­mi­te su­pe­rior o nivel pe­li­gro­so pre­via­men­te con­fi­gu­ra­do, la señal será roja. Las se­ña­les están pen­sa­das a base de un se­má­fo­ro que es algo que todos co­no­ce­mos y nos re­sul­ta co­ti­diano. Vin­cent está pon­de­ra­do en fre­cuen­cias tam­bién ya que las fre­cuen­cias altas, que son los so­ni­dos agu­dos, no afec­tan de la misma ma­ne­ra que las fre­cuen­cias bajas (al oído hu­mano).

En prin­ci­pio está plan­tea­do en ám­bi­tos hos­pi­ta­la­rios y pre­ci­sa­men­te en salas de neo­na­to­lo­gía, pero es po­si­ble y re­co­men­da­ble otros es­pa­cios para Vin­cent: ge­riá­tri­cos, salas de ama­man­ta­mien­to, uni­da­des co­ro­na­rias, uni­dad de te­ra­pia in­ten­si­va pe­diá­tri­ca o de adul­tos, sala de que­ma­dos…, cual­quier lugar donde el pa­cien­te ne­ce­si­te des­can­so. Tam­bién es muy útil para el em­plea­do, por­que se pro­du­ce ha­bi­tua­ción al nivel de ruido y eso oca­sio­na pro­ble­mas au­di­ti­vos a largo plazo. El dis­po­si­ti­vo se tes­teó en la Uni­dad de Neo­na­to­lo­gía del Ins­ti­tu­to de la Ma­ter­ni­dad que es la más gran­de en toda la pro­vin­cia. En los ám­bi­tos hos­pi­ta­la­rios donde ya es­tu­vo pre­sen­te Vin­cent, así como las ac­ti­vi­da­des de ca­pa­ci­ta­ción y en­tre­na­mien­to com­ple­men­ta­rias, se logró bajar 1,5 dbA el ruido am­bien­te en 20 días y esto es muy im­por­tan­te ya que la es­ca­la de me­di­ción del ruido no es li­neal y por ejem­plo cada dis­mi­nu­ción de 3dB im­pli­ca una re­duc­ción del ruido am­bien­te a la mitad.

¿Cuán­do se ge­ne­ró el pro­yec­to?
Como pro­yec­to surge en 2014, como tra­ba­jo de Tesis para mi tí­tu­lo de grado pero tiene an­te­ce­den­tes de me­di­cio­nes a tra­vés del De­par­ta­men­to de Bio­mé­di­ca de la FACET. Ya se ve­nían ha­cien­do in­ves­ti­ga­cio­nes en el ám­bi­to hos­pi­ta­la­rio me­di­cio­nes con so­no­me­tría, con­tro­lan­do el ruido am­bien­te cada de­ter­mi­na­do tiem­po, y ahí nos fui­mos dando cuen­ta que que­dar­nos en eso no era la so­lu­ción y que el am­bien­te hos­pi­ta­la­rio era di­fí­cil de con­tro­lar. Para rea­li­zar­lo tuve que crear pro­to­co­los pe­rió­di­cos, que no exis­tían antes, y adap­tar nor­ma­ti­vas in­ter­na­cio­na­les que se usa­ban en Hi­gie­ne y Se­gu­ri­dad, ade­más del di­se­ño en sí de Vin­cent, entre otras cosas. Mi tesis fue di­ri­gi­da por el Ing. Juan Ma­nuel Oli­ve­ra y co­di­ri­gi­da por el Ing. Luis Al­fre­do Rocha, ambos del De­par­ta­men­to de Bio­mé­di­ca de la FACET.

¿Cómo afec­ta el so­ni­do den­tro de una in­cu­ba­do­ra?
La in­cu­ba­do­ra en pro­me­dio tiene un ruido de base de 50 db, de fá­bri­ca, ya hay un ruido que no se puede eli­mi­nar. Y la in­cu­ba­do­ra en sí fun­cio­na como una caja de re­so­nan­cia, todo lo que pasa aden­tro no sólo re­bo­ta el so­ni­do sino que re­ver­be­ra. El neo­na­to, es­pe­cial­men­te el pre­ma­tu­ro, es un pa­cien­te muy ines­ta­ble. Un ruido po­dría pro­du­cir­le dis­tin­tos efec­tos no­ci­vos para su salud, cam­bios en la fre­cuen­cia car­día­ca, dolor, etc. El De­ci­bel es una me­di­da que in­di­ca cuán­ta pre­sión so­no­ra hay en el am­bien­te, el rango to­le­ra­ble para un hu­mano, es decir el um­bral de dolor es 120 dbA, en el ám­bi­to la­bo­ral no se per­mi­te más de 85 dBA para una jor­na­da la­bo­ral de 8 horas y en el am­bien­te hos­pi­ta­la­rio no se per­mi­te más de 45 dBA du­ran­te el día y 35 dBA du­ran­te la noche.

A par­tir de estos datos, ¿qué es­tra­te­gias po­drías plan­tear?
For­mar al per­so­nal es para mí uno de los pasos fun­da­men­ta­les por­que es el que está en con­tac­to per­ma­nen­te con el pa­cien­te. Se puede re­du­cir el ruido am­bien­te a par­tir de abrir los pa­que­tes de gasas más len­ta­men­te, ce­rrar con sua­vi­dad los por­ti­llos de la in­cu­ba­do­ra, no apo­yar ele­men­tos arri­ba de las ca­po­tas de las in­cu­ba­do­ras, entre otros. Es­ta­mos tra­ba­jan­do ahora en esto, en en­tre­nar al per­so­nal en es­ce­na­rios de si­mu­la­ción. Ade­más hay que ve­ri­fi­car y plan­tear es­tra­te­gias para la or­ga­ni­za­ción de los es­pa­cios y la re­dis­tri­bu­ción de los equi­pos, los la­va­bos en salas neo­na­ta­les, las toa­llas de papel, las cajas de ins­tru­men­ta­les… Al­gu­nas cosas se po­drán reor­de­nar pero las que no hay que en­con­trar nue­vas for­mas y sis­te­mas para que no ge­ne­ren con­ta­mi­na­ción so­no­ra.

Ade­más, ga­nas­te el Em­pren­dé Con­Cien­cia que surge de Fun­da­ción Invap y el Mi­nis­te­rio de Pro­duc­ción de la Na­ción ¿cómo fue tu par­ti­ci­pa­ción?
La in­for­ma­ción sobre la con­vo­ca­to­ria la co­no­cí a tra­vés del Di­rec­tor del La­bo­ra­to­rio, el Ing. Oli­ve­ra. Al mes, me lla­ma­ron di­cien­do que había pa­sa­do el pri­mer corte, había sido se­lec­cio­na­da de 209 pro­yec­tos en todo el país. Eli­gie­ron 40 y pa­sa­mos a en­tre­vis­tas por vi­deo­con­fe­ren­cia con Jorge Yoyo Rivas (Fun­da­ción So­cia­Lab, crea­dor de la fun­da­ción te­chos) y con Es­te­fa­nía Pe­ra­ga que es la re­pre­sen­tan­te de la Se­cre­ta­ría de Pymes del Mi­nis­te­rio de Pro­duc­ción de la Na­ción. De esa en­tre­vis­ta sur­gi­mos 15 ga­na­do­res. Via­ja­mos a Ba­ri­lo­che en Julio y tra­ba­ja­mos 15 con es­pe­cia­lis­tas de cada una de las patas de lo que con­si­de­ran im­por­tan­te para un em­pren­di­mien­to de tri­ple im­pac­to que es lo que hoy se co­no­cen como em­pre­sas b.

De los 15 se eli­gie­ron a 5 para hacer un re­gis­tro au­dio­vi­sual, Vin­cent entre ellos y se es­tre­na­rá a me­dia­dos de No­viem­bre.

Ha­ble­mos sobre vos ¿por qué ele­gis­te bio­mé­di­ca?
Siem­pre pensé en hacer algo que pu­die­ra ayu­dar a otras per­so­nas y no me veía es­tu­dian­do al­gu­na ca­rre­ra de la salud, por ejem­plo. En mi úl­ti­mo año del se­cun­da­rio, hice una pa­san­tía en la FACET en in­ge­nie­ría quí­mi­ca. Me atra­jo mucho la in­ge­nie­ría. In­ves­ti­gan­do las ca­rre­ras y qué ofre­cían cada una, lle­gué a Bio­mé­di­ca. Me hizo como un clic y nunca miré atrás. Ade­más, mi abue­lo pa­terno tuvo pro­ble­mas car­día­cos y le pu­sie­ron un mar­ca­pa­sos. Pensé: “qué loco es que al­guien haya hecho esto y le dio diez años más a una per­so­na”. En Agos­to ya sabía qué que­ría es­tu­diar, en Di­ciem­bre ya es­ta­ba lista para arran­car con esta his­to­ria. Mi abue­lo es­ta­ba muy or­gu­llo­so. Él, mi papá y yo somos in­ge­nie­ros, sólo que dis­tin­tas es­pe­cia­li­da­des. In­gre­sé a la FACET en 2007, fui ayu­dan­te es­tu­dian­til y fui Tu­to­ra Es­tu­dian­til du­ran­te tres pe­rio­dos. Yo no sabía de la am­pli­tud de rea­li­za­ción pro­fe­sio­nal que tenía la ca­rre­ra, lo más gra­ti­fi­can­te para mí es tener la for­ma­ción para so­lu­cio­nar pro­ble­mas co­ti­dia­nos en un corto plazo.

¿Cómo te ima­gi­nás a Vin­cent a fu­tu­ro?
Me gus­ta­ría que pu­die­ra lle­gar a todos los lu­ga­res donde haya pa­cien­tes crí­ti­cos en pri­mer lugar, y de ahí en más… que sea ac­ce­si­ble para la co­mu­ni­dad y que sea el pun­ta­pié para que real­men­te se tome la con­ser­va­ción de la au­di­ción como po­lí­ti­ca de salud pú­bli­ca.

Desde el Área de Co­mu­ni­ca­ción de la FACET, se contactaron con la Dra. Ana Ce­ci­lia To­rre­go, Mé­di­ca Neo­na­tó­lo­ga (MP 6469) para co­no­cer qué po­dría oca­sio­nar el so­ni­do no con­tro­la­do en re­cién na­ci­dos.

“El ruido es muy no­ci­vo, es­pe­cial­men­te en las salas de neo­na­to­lo­gía. Todos los ar­te­fac­tos que fun­cio­nan allí pro­du­cen so­ni­dos, la ma­yo­ría muy agu­dos, ya que pro­vie­nen de apa­ra­to­lo­gía con alar­mas; la voz hu­ma­na cuan­do hay ur­gen­cias y tam­bién hay so­ni­dos gra­ves como el ci­cla­do de los res­pi­ra­do­res (que usan oxí­geno) y los mo­to­res de las mis­mas in­cu­ba­do­ras. Los mi­cro­pre­ma­tu­ros de 1000 gr, tie­nen el ce­re­bro en desa­rro­llo no tie­nen ca­pa­ci­dad para pro­ce­sar eso y las vías ner­vio­sas van ha­cien­do ca­mi­nos que son anó­ma­los. Es muy útil poder medir y co­no­cer estos va­lo­res por­que los bebés in­tra­úte­ro tie­nen amor­ti­gua­do prác­ti­ca­men­te en su to­ta­li­dad este tipo de so­ni­dos.

Al bebé neu­ro­ló­gi­ca­men­te lo afec­ta por­que estos so­ni­dos lo en­sor­de­cen y pue­den pre­sen­tar sín­to­mas a corto plazo como el au­men­to de la fre­cuen­cia car­día­ca, cam­bio de color, desatu­rar o in­clu­so su­frir una apnea. A me­diano o largo plazo se­cue­las como dé­fi­cit de aten­ción, al­te­ra­cio­nes en la per­cep­ción de so­ni­do, aver­sión a so­ni­dos fuer­tes, pro­ble­mas en la co­mu­ni­ca­ción, hi­poa­cu­sia. Esto que co­mún­men­te se lla­man se­cue­las me­no­res son, en al­gu­nos casos, in­ca­pa­ci­tan­tes para el niño el día de ma­ña­na. In­clu­so hay una al­te­ra­ción en los rit­mos ci­car­dia­nos (sue­ño-vi­gi­lia, la se­cre­ción hor­mo­nal, los há­bi­tos ali­men­ta­rios y la di­ges­tión, la tem­pe­ra­tu­ra cor­po­ral, y otras fun­cio­nes im­por­tan­tes del cuer­po) y ade­más la ex­po­si­ción pro­lon­ga­da de los bebés al ruido puede oca­sio­nar tam­bién que des­pués sean menos to­le­ran­tes a rui­dos que otras per­so­nas que no han su­fri­do el es­trés del ruido am­bien­te.

El Pro­yec­to Vin­cent, pro­po­ne una nueva forma de me­dir­nos y tam­bién de lo que hace al ma­ne­jo del per­so­nal en lo que hace a ac­tuar a la alar­ma de algún apa­ra­to con la mayor ra­pi­dez po­si­ble.”

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