06/05/2020

Culturas

PANDEMIA

Villa 31: las mujeres se hacen cargo de los comedores y le hacen frente al coronavirus

La falta de agua, la angustia y el efecto sobre el aumento de casos.

El rol de las mujeres como jefas de hogar y cuidadoras en la Villa 31 merece un gran reconocimiento, por el esfuerzo y la dedicación por los más necesitados.

Las mujeres están al frente de comedores en uno de los barrios más pobres de Buenos Aires.

Ahora, cuando el virus se instaló en la zona, el aislamiento y la amenaza de enfermarse las pone en primera línea para asistir las necesidades en un contexto adverso y ponerle freno a la pandemia con pocos recursos.

El canal TN visitó el lugar, y dialogó con las referentes para conocer la situación desde adentro. Un recorrido por los pasillos donde los reclamos abundan, la ayuda escasea y el trabajo de las vecinas se duplica.

 

Sin agua y muchos problemas…

Una consulta al archivo de un canal de televisión comunitario local, Urbana TV, revela que las quejas por la falta de agua datan por lo menos de agosto del 2019.

En la manzana 100 bis del barrio ferroviario, una vecina se quejaba: "Queremos que se resuelva el problema del suministro porque no podemos más con esta situación. Yo tengo tres chicos y tengo que madrugar para tener un poco. El agua no tiene presión y no llega a las casas".

"Tenemos tres motorcitos, traemos de otros lados. Cuando nos viene, es a cuentagotas. No puedo lavar la ropa, no podemos higienizarnos. Viene la motito y llena un poquito los tanques, acumulamos en baldes, pero no alcanza, y no sabemos nunca cuándo va a volver. Tenemos que ir a hacer el reclamo día por medio", agrega otra mamá de dos hijos.

En febrero, los problemas se agravaron. El calor del verano apretaba y el problema, cada vez más dramático, se había extendido a otros sectores. La necesidad había desatado conflictos entre vecinos, porque algunos de los que tenían suministro se molestaban si los que no, aprovisionándose, les quitaban presión.

"No podemos vivir a camioncitos. Desde el 23 de diciembre no me sale una gota de la canilla, y cuando sale, sale agua sucia. Las obras del ministerio de Educación nos chuparon todo el agua", aventuraba una vecina.

La amenaza del COVID 19, que había comenzado en los barrios más acomodados, llegó finalmente al barrio. Como estuvieron presentes en los reclamos por el agua y otros servicios básicos, las mujeres se pusieron a la cabeza en la nueva situación. La pandemia puso de manifiesto el valor de su tarea, generalmente no reconocida.

 

Los casos positivos

La falta de agua generó muchas complicaciones, y no solamente por la imposibilidad de cuidarse del virus con el lavado de manos.

"No podemos hacer el lavado correcto de las verduras, no podemos lavar las ollas ni sanitizar los espacios donde manipulamos alimentos", se quejó una mamá.

A partir de la multiplicación de los casos de coronavirus en el barrio -de 39 personas que se sometieron al hisopado, 30 dieron positivo este miércoles- comenzó a resolverse la cuestión vital del suministro de agua, con un acuerdo entre AYSA y el Gobierno de la Ciudad. "La repercusión en los medios influyó. Yo tengo en el barrio a mis padres y hermanos. Se generó mucha angustia, mucho miedo. Hay mucha indignación, sobre todo. Queremos que nos den un refuerzo alimentario, que nos provean de kits de limpieza. No había un protocolo específico para los barrios como el nuestro", alegó Mónica.




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