27/02/2023

Tucumán

Sociedad

Comedores escolares: un reflejo de la creciente inseguridad alimentaria entre los niños

La difícil situación económica lleva a una mayor necesidad de los merenderos comunitarios, que luchan por mantenerse a flote.

Un informe de Unicef revela que dos de cada tres niños en Argentina son pobres o están privados de derechos básicos. En Tucumán, líderes comunitarios de los barrios más desfavorecidos confirman que esta situación se refleja en todo el país. 

Los responsables de comedores y merenderos comunitarios enfatizan que hay un gran número de niños que enfrentan esta problemática y que no tienen acceso a servicios educativos, sociales, viviendas dignas, condiciones sanitarias adecuadas, agua potable y entornos seguros.

En la zona de San José, Silvia Moya estableció el merendero Esperanza Nuestro en su hogar con la ayuda de su familia, para darle asistencia a los menores de su barrio y de otros cercanos que no tienen acceso a todos los servicios básicos. 

Según ella, en el barrio San Expedito se cuenta con todos los servicios, pero en el asentamiento de El Sapito, solo se dispone de agua y luz.

Gabriela Gramajo, líder del Polo Obrero y voluntaria en una red de alrededor de 50 merenderos en toda la provincia, señala que su comedor también recibe a personas de otros asentamientos precarios, como el barrio 11 de Enero, donde carecen de cloacas y gas natural, y donde los niños deben transitar por calles intransitables. 

Gramajo destaca que han intentado hablar con el Gobierno en múltiples ocasiones para que puedan visitar y observar los barrios que existen en Tucumán, pues la cantidad de niños en situación de pobreza es alarmante.

De acuerdo con la referente, su organización tiene presencia en más de 12 barrios donde las casas son muy precarias y no cuentan con gas, lo que obliga a las familias a utilizar letrinas hechas de chapa y cartón en lugar de baños instalados. 

En algunos barrios de Las Talitas, incluso, los voluntarios tienen que recolectar agua para las familias porque el agua disponible no es potable.

La referente del PO menciona que muchos padres se abstienen de enviar a sus hijos a la escuela debido a la falta de insumos para llenar las mochilas. Ella relata el caso de una niña que no asistía a la escuela porque no tenía útiles, y señala que las cooperativas escolares a veces obstaculizan la continuidad académica de los niños al no permitir el ingreso de aquellos que no hayan abonado el seguro escolar.

Además, una madre le comentó que su hija tenía vergüenza de ir a la escuela porque no podían pagar el seguro, y a los estudiantes los sacan de la escuela y les dicen que sus padres deben pagar para que puedan volver.

Por otro lado, ninguno de los barrios en los que se encuentran los merenderos cuenta con acceso a servicios de WiFi, lo que ha impedido que muchos niños y adolescentes puedan recibir educación durante los años de pandemia.

Aunque no llevan un registro fijo de las personas que asisten a los merenderos debido a la fluctuación diaria de la concurrencia, Gramajo señala que suelen brindar apoyo a las familias que incluye visitas de seguimiento y clases de acompañamiento, aunque no existen registros formales sobre la situación académica de los niños en edad escolar de cada familia.

En el barrio Elena White, el merendero Conquistando Sonrisas, coordinado por Jackeline Pérez, ofrece ayuda alimentaria a niños cuyos padres enfrentan dificultades económicas, muchos de los cuales tienen trabajos informales o directamente están desempleados. 

Yanina Domínguez, del merendero Por una sonrisa feliz de El Manantial, coincide en que la mayoría de los padres de los niños que asisten al merendero también se encuentran en situaciones laborales precarias, siendo algunos trabajadores informales. 

Según Unicef, el trabajo comunitario y las redes barriales son fundamentales para cubrir las necesidades de la infancia en situación de vulnerabilidad. 


Te recomendamos: Informe de UNICEF revela que el 66% de los niños y niñas en Argentina viven en situación de pobreza


Aunque en Tucumán las organizaciones que brindan asistencia no son exclusivamente lideradas por mujeres, es común que las mujeres que trabajan en los centros asistenciales sean también amas de casa y madres, lo que agrava la ya difícil situación de las familias y los menores.

La falta de recursos es un problema común en los centros sociales de Tucumán, lo que ha llevado a algunos como Esperanza Nuestra y los merenderos del Polo Obrero a reducir sus días de servicio de toda la semana a solo dos o tres veces por semana. 

Silvia Moya, de Esperanza Nuestra, comenta que los vecinos acuden a los centros incluso en días de no apertura para pedir alimentos, ya que a menudo no tienen lo suficiente para comprar pan. 

Mientras tanto, Conquistando Sonrisas solo abre los jueves y Por una sonrisa feliz atiende de lunes a viernes, siendo el único centro que funciona todos los días hábiles. Yanina Domínguez, de Por una sonrisa feliz, explica que el comedor funciona gracias a las donaciones de la gente y a la provisión de alimentos secos por parte del Ministerio de Desarrollo Social. 

Si desea ayudar, los contactos de los merenderos son: Por una sonrisa feliz: 3813 39-5269 (Yanina Domínguez); Esperanza Nuestra: 3815 00-0105 (Silvia Moya); Coordinación Polo Obrero: 3816 10-3342 (Gabriela Gramajo). 

Fuente: La Gaceta




Recomienda esta nota: