Los rugbiers de Melchor Romero en la mira: Graciela Sosa clamó por justicia

Los ocho rugbiers condenados por el asesinato de un joven esperan su traslado desde la cárcel de Melchor Romero, mientras que la familia de la víctima exige justicia. Según Graciela Sosa, madre de Fernando Báez Sosa, los rugbiers tienen "otros cuidados que el resto" y señala a la justicia por no garantizar la igualdad en el trato a los presos. 

Cinco de los rugbiers fueron condenados a prisión perpetua y los otros tres a 15 años de prisión como partícipes secundarios. Desde la sentencia del Tribunal de Dolores, los ocho rugbiers han estado en Melchor Romero en una sección separada del resto de la población carcelaria. 

Sosa pidió que se ponga fin a los "privilegios" que reciben en prisión y que cumplan con sus condenas como cualquier otro preso. "Quiero justicia para mi hijo, y la justicia es que cumplan sus condenas como le corresponde a cualquier preso común", dijo. 

La familia cree que los rugbiers tienen demasiados privilegios y que reciben un trato especial, lo que les permite estar separados del resto de los presos. Sosa afirmó: "No más privilegios ni prioridades para los asesinos de mi hijo Fernando, que ya no tiene voz porque lo callaron para siempre". 

Se espera que la decisión sobre dónde pasarán el resto de sus días de condena se tome en agosto. Entretanto, los abogados de los rugbiers han presentado una apelación para revisar la condena del Tribunal de Dolores.

El futuro de los rugbiers: ¿Cuáles podrían ser sus destinos en los próximos meses?

Una de las opciones es el Penal de Campana, donde tres de los condenados podrían ser enviados debido a sus condenas de 15 años. Sin embargo, los otros cinco tendrían que ser trasladados a una prisión de máxima seguridad. 

La Unidad Penitenciaria 57 en el noroeste de la provincia de Buenos Aires es una de las posibilidades, aunque está actualmente al 4% por encima de su capacidad máxima, con un total de 598 reclusos. Sería complicado albergar a los ocho rugbiers juntos en esta prisión y mantenerlos separados del resto de la población carcelaria, como ocurre en Melchor Romero.